viernes, 30 de noviembre de 2007

Telenovelas Versus Cine

Por Sebastián Vivero


En la actualidad en nuestro país existe un alto porcentaje de producción y consumo de telenovelas y películas. Pero, ¿tienen algo en común estos géneros? ¿será considerada la telenovela una expresión artística como lo es el cine?. Estas y otras interrogantes las vimos resueltas a través de una entrevista realizada al destacado Director de Cine Chileno Silvio Caiiozi, quien nos dejó muy claro que si bien tienen algo de semejante, ambos tienen mucho más de diferentes.

La creación del formato telenovela en nuestro país se remonta hacia los años cincuenta. Cabe mencionar que “La Madrastra” fue la telenovela que dio pie a los canales de televisión para formar un área dramática, la cual estaría especializada en dar creación a este producto.
En un principio, no se contaba con muy pocos recursos para la elaboración de telenovelas, y por ende, eran de muy baja calidad en cuanto a producción. Se estaba experimentando un nuevo formato, pues no debemos olvidar que la telenovela escrita fue traspasada en un principio a la radio, luego a la fotografía y posteriormente a la televisión. Lo que nos hace deducir que es un género totalmente adaptable a la tecnología.

La discusión se centra en la disyuntiva de que si la telenovela corresponde o no a una expresión artística. Para dicho análisis hemos entrevistado a Silvio Caiozzi (Director de Cine Chileno) quien nos hace un paralelo con las producciones cinematográficas que corresponden netamente a una expresión de arte.

Constatamos diferencias circunstanciales entre la telenovela y el cine. Diferencias que no resultan evidentes para cualquier persona, pues se podría pensar que como ambos se basan en lo audiovisual, y que además sus producciones están dadas por guionistas, directores, actores, escenografías, entre otros, tendrían muchas similitudes.

Es primordial analizar a las audiencias, factor no menor si consideramos que las telenovelas y el cine van dirigidas al público y que dependen esencialmente de ellos.

En primer lugar, la disposición que tienen las audiencias frente a ambos géneros es totalmente distintas. Pues, uno paga por ir al cine a ver una película, y como público tiene el derecho a exigir que el producto que está “comprando” sea de buena calidad. “El ir al cine implica predisponerse para ir a ver una película, toma tiempo la decisión de ir o no. Primero, vamos porque alguien nos dijo que era buena dicha película o simplemente porque nos llamó la atención su thriller o la publicidad vista en las calles”. Por otro lado, las telenovelas son transmitidas en canales de señal abierta, lo que no implica gasto alguno por parte del público (más que el de la luz por mantener encendido el televisor) y ven las telenovelas por mera entretención, por mirar a su actriz o actor favorito, ó porque no dan nada mejor a la hora en que se disponen frente a la caja negra.
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Las telenovelas no necesitan tanta atención ya que, generalmente son lentas. Si no es posible ver un capítulo es probable que no perdamos el hilo conductor. Al otro día, podemos llegar a ver la telenovela y observaremos que la historia no ha avanzado mucho por lo que no perderemos el “enganche” que esta nos había dejado. Además, las telenovelas están diseñadas para entender sin estar viendo el televisor, sólo con el sonido puedes imaginarte lo que está sucediendo, ya que abundan en diálogos innecesarios. Un ejemplo de esto lo constituyen dichas escenas que muestran cuando un personaje está llegando a la casa y uno que está dentro de ella le pregunta ¿llegaste?, obviamente si ve que está ahí es porque había llegado.

El cine es más artístico en cuanto a que se preocupa de que no hallan tantos diálogos para que prime la imagen.

Por otro lado, la disposición por parte del público es totalmente distinta para ver una película a una telenovela. Cuando vemos una telenovela existen mil y un distractores que pierden la atención del televidente. En cambio, “en el cine tú estás en una sala oscura frente a una pantalla gigante donde lo único que produce tu atención son las imágenes transmitidas frente tuyo. Por otro lado, si te pierdes un segundo por ver quien te llamó al celular puedes perder el hilo y no entender lo que viene más adelante porque esa escena era primordial” afirma Silvio.

Tomando en cuenta la realización propiamente tal, podemos afirmar que la producción de una telenovela dura aproximadamente nueve meses lo que es totalmente paradójico si lo comparamos con el cine que puede durar años en una producción. Gracias a nuestra investigación logramos constatar dentro de las telenovelas no existe vínculo alguno entre todo el equipo que está cargo de las grabaciones. Pues, como es un producto que va saliendo diariamente al aire no hay tiempo de ajustar detalles.

El trabajo es muy impersonal. El guionista se encarga de escribir la telenovela, la entrega al director quien tiene que adivinar prácticamente qué es lo que se estaba imaginando el guionista. Así, los actores deben hacer lo mismo. En este sentido los actores deben ser muy ágiles y creativos para construir su personaje, adecuarlo a la realidad y hacerlo cercano a la gente. He aquí el éxito y fracaso de algunos actores en telenovelas, pues es muy distinto trabajar en teatro y en televisión. Por lo mismo, encontramos en las producciones dramáticas un alto porcentaje de actores que no son actores de profesión, si no más bien, personas comunes y corrientes que lograron llegar de manera más efectiva al público.

Según Caiozzi: “Las producciones cinematográficas demoran años en salir al aire, toda fase debe cumplir su tiempo. Si una escena no resulta se debe volver a grabar y de esta forma lograr lo que el guionista quiere. (..) Las telenovelas tienen una ventaja, son actuales y por ende están al tanto de lo que ocurre en la realidad y saben lo que resulta exitoso, tiene una fórmula predeterminada, nosotros los directores tenemos que imaginar lo que puede llegar a ocurrir en la realidad, jugamos más con la ficción, lo que a su vez produce un riesgo en las producciones, pues si lo que imaginaste no resulta real ni atractivo para la gente puede que tu película sea un gran fracaso”.

Finalmente, rescatamos un último punto y quizás el más determinante entre todas estas diferencias la conservación del producto final en la retina de la gente. Las producciones dramáticas comienzan, se desarrollan y terminan, no quedan en el consciente colectivo de la gente. A lo más puede que te acuerdes de una escena de un capítulo pero de toda la telenovela es imposible. En contraste, “la película si llegó a conmoverte, impactarte o sensibilizarte es probable que te acuerdes de ella, Además, si quieres volver a verla tienes la posibilidad de arrendar o comprar la película y verla las veces que quieras” termina Silvio Caiozzi.

Concluyendo, a pesar de que en un principio pudimos ver muchas semejanzas entre el cine y la telenovela, nos quedó más que claro que no tienen mucho de parecido.

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