viernes, 30 de noviembre de 2007

Telenovelas Versus Cine

Por Sebastián Vivero


En la actualidad en nuestro país existe un alto porcentaje de producción y consumo de telenovelas y películas. Pero, ¿tienen algo en común estos géneros? ¿será considerada la telenovela una expresión artística como lo es el cine?. Estas y otras interrogantes las vimos resueltas a través de una entrevista realizada al destacado Director de Cine Chileno Silvio Caiiozi, quien nos dejó muy claro que si bien tienen algo de semejante, ambos tienen mucho más de diferentes.

La creación del formato telenovela en nuestro país se remonta hacia los años cincuenta. Cabe mencionar que “La Madrastra” fue la telenovela que dio pie a los canales de televisión para formar un área dramática, la cual estaría especializada en dar creación a este producto.
En un principio, no se contaba con muy pocos recursos para la elaboración de telenovelas, y por ende, eran de muy baja calidad en cuanto a producción. Se estaba experimentando un nuevo formato, pues no debemos olvidar que la telenovela escrita fue traspasada en un principio a la radio, luego a la fotografía y posteriormente a la televisión. Lo que nos hace deducir que es un género totalmente adaptable a la tecnología.

La discusión se centra en la disyuntiva de que si la telenovela corresponde o no a una expresión artística. Para dicho análisis hemos entrevistado a Silvio Caiozzi (Director de Cine Chileno) quien nos hace un paralelo con las producciones cinematográficas que corresponden netamente a una expresión de arte.

Constatamos diferencias circunstanciales entre la telenovela y el cine. Diferencias que no resultan evidentes para cualquier persona, pues se podría pensar que como ambos se basan en lo audiovisual, y que además sus producciones están dadas por guionistas, directores, actores, escenografías, entre otros, tendrían muchas similitudes.

Es primordial analizar a las audiencias, factor no menor si consideramos que las telenovelas y el cine van dirigidas al público y que dependen esencialmente de ellos.

En primer lugar, la disposición que tienen las audiencias frente a ambos géneros es totalmente distintas. Pues, uno paga por ir al cine a ver una película, y como público tiene el derecho a exigir que el producto que está “comprando” sea de buena calidad. “El ir al cine implica predisponerse para ir a ver una película, toma tiempo la decisión de ir o no. Primero, vamos porque alguien nos dijo que era buena dicha película o simplemente porque nos llamó la atención su thriller o la publicidad vista en las calles”. Por otro lado, las telenovelas son transmitidas en canales de señal abierta, lo que no implica gasto alguno por parte del público (más que el de la luz por mantener encendido el televisor) y ven las telenovelas por mera entretención, por mirar a su actriz o actor favorito, ó porque no dan nada mejor a la hora en que se disponen frente a la caja negra.
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Las telenovelas no necesitan tanta atención ya que, generalmente son lentas. Si no es posible ver un capítulo es probable que no perdamos el hilo conductor. Al otro día, podemos llegar a ver la telenovela y observaremos que la historia no ha avanzado mucho por lo que no perderemos el “enganche” que esta nos había dejado. Además, las telenovelas están diseñadas para entender sin estar viendo el televisor, sólo con el sonido puedes imaginarte lo que está sucediendo, ya que abundan en diálogos innecesarios. Un ejemplo de esto lo constituyen dichas escenas que muestran cuando un personaje está llegando a la casa y uno que está dentro de ella le pregunta ¿llegaste?, obviamente si ve que está ahí es porque había llegado.

El cine es más artístico en cuanto a que se preocupa de que no hallan tantos diálogos para que prime la imagen.

Por otro lado, la disposición por parte del público es totalmente distinta para ver una película a una telenovela. Cuando vemos una telenovela existen mil y un distractores que pierden la atención del televidente. En cambio, “en el cine tú estás en una sala oscura frente a una pantalla gigante donde lo único que produce tu atención son las imágenes transmitidas frente tuyo. Por otro lado, si te pierdes un segundo por ver quien te llamó al celular puedes perder el hilo y no entender lo que viene más adelante porque esa escena era primordial” afirma Silvio.

Tomando en cuenta la realización propiamente tal, podemos afirmar que la producción de una telenovela dura aproximadamente nueve meses lo que es totalmente paradójico si lo comparamos con el cine que puede durar años en una producción. Gracias a nuestra investigación logramos constatar dentro de las telenovelas no existe vínculo alguno entre todo el equipo que está cargo de las grabaciones. Pues, como es un producto que va saliendo diariamente al aire no hay tiempo de ajustar detalles.

El trabajo es muy impersonal. El guionista se encarga de escribir la telenovela, la entrega al director quien tiene que adivinar prácticamente qué es lo que se estaba imaginando el guionista. Así, los actores deben hacer lo mismo. En este sentido los actores deben ser muy ágiles y creativos para construir su personaje, adecuarlo a la realidad y hacerlo cercano a la gente. He aquí el éxito y fracaso de algunos actores en telenovelas, pues es muy distinto trabajar en teatro y en televisión. Por lo mismo, encontramos en las producciones dramáticas un alto porcentaje de actores que no son actores de profesión, si no más bien, personas comunes y corrientes que lograron llegar de manera más efectiva al público.

Según Caiozzi: “Las producciones cinematográficas demoran años en salir al aire, toda fase debe cumplir su tiempo. Si una escena no resulta se debe volver a grabar y de esta forma lograr lo que el guionista quiere. (..) Las telenovelas tienen una ventaja, son actuales y por ende están al tanto de lo que ocurre en la realidad y saben lo que resulta exitoso, tiene una fórmula predeterminada, nosotros los directores tenemos que imaginar lo que puede llegar a ocurrir en la realidad, jugamos más con la ficción, lo que a su vez produce un riesgo en las producciones, pues si lo que imaginaste no resulta real ni atractivo para la gente puede que tu película sea un gran fracaso”.

Finalmente, rescatamos un último punto y quizás el más determinante entre todas estas diferencias la conservación del producto final en la retina de la gente. Las producciones dramáticas comienzan, se desarrollan y terminan, no quedan en el consciente colectivo de la gente. A lo más puede que te acuerdes de una escena de un capítulo pero de toda la telenovela es imposible. En contraste, “la película si llegó a conmoverte, impactarte o sensibilizarte es probable que te acuerdes de ella, Además, si quieres volver a verla tienes la posibilidad de arrendar o comprar la película y verla las veces que quieras” termina Silvio Caiozzi.

Concluyendo, a pesar de que en un principio pudimos ver muchas semejanzas entre el cine y la telenovela, nos quedó más que claro que no tienen mucho de parecido.

La literatura hecha televisión

Por Sebastián Vivero


Silvio Caiiozzi en su entrevista nos dejó más que claro que las telenovelas de ninguna manera eran una expresión de arte. Sin embargo, su posición subjetiva no nos dejó tranquilos, y como buenos novelísticos, quisimos buscar otras fuentes. Acudimos a Valerio Fuenzalida, quien ha hecho variados estudios acerca de las audiencias de las telenovelas basado en el modelo de identificación propuesto por Jauss (de la Escuela de Constanza), y gracias a eso pudimos quedar más conformes en cuanto a si las telenovelas corresponden o no a una expresión artística.



Para comenzar, existe un proceso de identificación por parte de las audiencias con los héroes en la narrativa literaria, confrontando las identificaciones de jóvenes televidentes con personajes de telenovelas chilenas. El modelo propuesto por Jauss (1982) define la identificación como la experiencia de uno mismo a través de la experiencia del otro y especifica en cinco formas la relación del receptor con el Héroe: la identificación asociativa de fusión con el héroe, la identificación de admiración hacia el héroe perfecto, la identificación empática de compasión con el héroe imperfecto, la identificación catártica con el héroe sufriente de la tragedia y con el héroe abrumado de la comedia, y la identificación irónica con el anti-héroe.

Es lo que Fuenzalida denomina una doble identificación admirativa hacia el personaje y hacia el actor que representa al personaje; identificación hacia el actor que lleva a destacar la expresión corporeizada del personaje ficcional televisivo, propia del lenguaje audiovisual, e imposible en la narración ficcional expresada en el código abstracto del lenguaje escrito. La identificación de admiración por parte del receptor hacia el actor corporalizado permite advertir, entonces, la base semiótica (y no solo económica) del “star system”.

Dicha identificación se produce en todos aquellos espectadores que son fanáticos de las telenovelas. Desde este punto de vista logramos evidenciar que existe una asociación personaje- actor, donde el público venera o destruye al actor de acuerdo al personaje que realiza en una telenovela.

El género de la telenovela es quien más suscita conversación dentro de la familia. Por ser exhibidas a un horario en el cual se encuentra la mayor parte de la familia, todos se reúnen a tomar el té o a hacer prácticamente nada más que observar la caja negra.

La telenovela bajo esta perspectiva puede corresponder a una expresión artística, considerando el impacto que produce en el público dando lugar a un debate dentro de la familia. Además del alto contenido social que estas tienen. Así, podemos ver las temáticas de muchas telenovelas chilenas que han tratado temas de índole nacional, entre las cuales podemos mencionar "Puertas Adentro" (donde la historia giraba entorno a la toma de Peñalolén), "Machos" (fue la primera telenovela que trató de tocar el tema de la homosexualidad) "Alguien Te Mira" (causó polémica hasta en el gobierno por el aumento de los femicidios)

Por otro lado, Valerio mencionó que se han adaptado varias telenovelas donde el argumento principal está basado en reconocidas obras literarias. El melodrama viene a ser un verdadero espectáculo. Una fiesta cuya característica central era el rescate de una manifestación cultural cargada de expresividad que, considerada muchas veces como vulgar y ordinaria, había sido silenciada en múltiples ocasiones por las élites influyentes de la sociedad. “Podemos ver en distintas telenovelas a un héroe, una pareja protagónica, una víctima, un justiciero, etc.”
Evidencia de esto es la telenovela Aquelarre (TVN, 1999) de Hugo Morales, la cual se presenta una recreación de la Casa de Bernarda Alba, al retratar un pueblo en que por extrañas circunstancias no aclaradas científicamente, han nacido sólo mujeres desde hace 30 años. Ignacio Pastene es un médico interesado en el extraño fenómeno genético y llega hasta la zona invitado por Jorge Patiño, un poderoso hacendado. Sin embargo, su llegada coincide con el frustrado casamiento de la hija mayor de las Patiño y la muerte del hacendado. Emilia es la hija a cargo de cumplir el último deseo de su padre: no vender los predios, tarea nada fácil debido a los problemas económicos que vive su familia, compuesta por su madre, Bernardita Álvarez, y sus cuatro hermanas.

Las antiguas historias épicas también tienen cabida en la televisión. La historia de Electra de Sófocles está plenamente considerada para el argumento de El Circo de las Montini (TVN, 2002). Después de una larga ausencia, Olga II ha vuelto a la carpa y se ha reencontrado con su antiguo amor, David Valenti. En el pasado ella quedó embarazada de él, pero dio a luz a su pupila lejos del circo, entregándosela posteriormente a una de sus hermanas para que se haga cargo de ella. Al volver la circense se da cuenta que su hija está de novia con David, sin saber que es su progenitor.

Los lazos de la literatura y la telenovela son estrechos, por cuanto esta última se entronca directamente con el folletín y la novela seriada, extrayendo elementos del teatro, y citando historias universales para construir sus argumentos. Esto hace posible que la novela pueda situarse bajo influencias de ciertos géneros literarios como la narrativa y el drama. En estas relaciones basa la telenovela gran parte de su éxito de audiencia en el continente, ya que empalma la tradición literaria con lo popular, catalizando todo los referentes de clase y grupos sociales de cierta época, tiempo y lugar. Podemos decir, de alguna forma, que a través de los siglos una parte de la literatura universal ha hecho un poco de telenovela y que en estos últimos 40 años la telenovela ha hecho algo de literatura, respetando obviamente sus leyes intrínsecas que la constituyen como singular género televisivo.

Un momento a solas con María Gracia Omegna

Por Dafne Correa

Era un cálido día primaveral, con fecha 12 de Noviembre. Nos embarcamos en la aventura de hacer lo que más nos gusta: Entrevistar. Con nuestras propias palabras, les contamos como nos fue.

La cita tuvo lugar en Las Condes. En la mismísima casa de la actriz. Un hogar, junto a una familia acogedora, nos recibió. De inmediato, pasamos directo a su pieza, allí la magia comenzó.
María Gracia es el verdadero nombre de la actriz, quien personifica a Meche en la Teleserie Lola. Su personaje es una adolescente proveniente del pueblo "la calor", cuya madre, una empleada doméstica, se casa con su patrón y se trasladan a Santiago. A falta de uno, tiene dos amores, uno en el campo y otro en la ciudad.
Junto a mi compañera Beatriz, comenzamos a tener una fluida conversación con ella. Si nos hubieran visto, a simple vista,parecíamos tres amigas "copuchando" sobre la vida.
El ambiente era ameno. Unos inciensos hacían la atmósfera más grata. Después de algunos problemas con la grabadora, pudimos dar paso a nuestra entrevista propiamente tal.



Ante todo, el ego a un lado
Ella, en ningún momento, tuvo reparos con alguna pregunta. Cero aire de diva. Al contrario, tenía la mejor disposición para despejar todas nuestras dudas.
Algunos, tal vez, encuentren que la aseveración no tiene lugar, ya que nos referimos a una actriz joven y primeriza, pero no hay que olvidar que el salir en la tele, puede hacer que los "humos se te suban a la cabeza".



Brillando con luces propias
Siendo sobrina de la actriz Berta Lasala, María Gracia logró llegar a la televisión por méritos propios. Gracias a un aviso fue al casting de Lola y quedó. Así de simple.
Antes de trabajar en esta telenovela, ella se rehusaba a entrar a la televisión, ya que tenía otras prioridades: Continuar con su participación en diferentes compañías de teatro.



Nuevos Desafíos
El elevado costo de su Universidad -Finis Terrae- la "obligó" a dar este importante paso y abrirse camino en el mundo de la televisión. Con una serie de prejuicios en el cuerpo, entró. Estaba conciente de que sería una experiencia enriquecedora, de la cual extraería numerosas enseñanzas.
El primer acercamiento que tuvo con sus compañeros de trabajo, fue con aquellos que personificaban a su familia. Bajo sus propias palabras: "Comenzamos a reunirnos a leer el guión, al principio hablábamos lo justo y necesario, para luego unirnos más y lograr ser una "familia", al igual que en la teleserie".
El paso siguiente fue dejar los pudores a un lado, ya que había llegado la hora de pararse frente a una cámara. Con el paso de los días, esto se ha hizo casi una costumbre.



Besos de mentira
Otra de las infidencias que pudimos saber durante esta entrevista, fue el "enigma" de los besos ¿Son de verdad o de mentira? Ella, inmediatamente, aclara que son de mentira. Aunque nadie le había enseñado la "técnica" de los besos televisivos, entre risas, nos cuenta que la primera vez que tuvo que realizar una escena con besos, su primera reacción fue proceder tal cual como se haría en la vida real.
También, aprendió que debía mover la cabeza para ambos lados, ya que existen tres cámaras que son testigo del cuadro. Una para cada actor y otra que registra el plano general de la escena. Otro factor no menor, es la belleza de sus compañeros con los que tiene que darse besos. Por razones obvias, en un comienzo, le daba vergüenza. Poco a poco, esto ha ido quedando atrás y cuenta que en la actualidad es muy amiga de ambos. Comparten, además, fuera de las grabaciones y salen a carretear.



El día a día
Hacia el fin de la semana, los guiones se encuentran listos y los actores deben acudir al canal para retirarlos. Durante el fin de semana, tienen tiempo de estudiar y llegar, preferentemente, con los diálogos aprendidos. Hay algunos actores que se aprenden sus diálogos en el mismo set de grabaciones, encontrándose a tan sólo minutos de grabar una escena.
La pauta del día está guiada por roteros, es decir, bitácoras que planifican el día a día de las grabaciones. En lo posible, se debe cumplir al pie de la letra con él, pero no hay que olvidar que los imprevistos pueden estar a la orden del día y la planificación puede no cumplirse del todo. Finalizadas las horas de trabajo, las grabaciones cesan, se llegue hasta donde se llegue. La única forma de que ocurra lo contrario, es que la escena sea urgente y deba salir al aire.



Próximos proyectos
Luego de intensos meses de grabación, la actriz se encuentra cansada, pero feliz con todo lo que ha aprendido en este tiempo. Hoy por hoy, la gente la reconoce en la calle y le pide autógrafos, aunque en una pequeña escala, en comparación con actores de mayor trayectoria.
Producto de su paso por Lola, le han hecho diversas ofertas televisivas, ella se lo toma con calma. El estar en televisión le ha quitado el tiempo para poder dedicarse a sus proyectos con diversas compañías, algunas de las cuales forma parte y otras a las que ha sido invitada. Su debut televisivo le ha permitido generar recursos que le permitirán invertir en sus proyectos independientes.
Sin lugar a dudas, ha sido un buen comienzo para María Gracia. Estamos en presencia de una mujer que ama lo que hace y desde ya está teniendo éxito. De seguro, en unos años más, la veremos consolidad como actriz y tendré el lujo de decir: "Yo la conocí".

Bendita Audiencia

Por Dafne Correa
Con el transcurso de nuestra carrera, la palabra audiencia nos ha rodeado constantemente en los distintos ramos vistos, durante estos dos semestres académicos que llevamos cursados. Poco a poco, hemos comenzado a sopesar la importancia que ella tiene y poder apreciar como los productos mediáticos dependen del público a la hora de un éxito o un fracaso.
Hoy por hoy, gracias al avance tecnológico, los distintos medios de comunicación se han vuelto más sofisticados. Junto con ello, existe un público mucho más informado que el de antaño y a la vez, más exigente. Ya no son los productores de material mediático quienes mandan, sino los consumidores de estos.
Con la variada gama de ofertas que nos entregan los mass media, no es fácil complacer a esta "masa hambrienta" de nuevos contenidos que sean capaces de satisfacer sus demandas por un nuevo y mejor producto. Día a día, guionistas, directores, productores, entre otros, deben ponerse en el lugar de los posibles consumidores, para dar vida a los diversos proyectos que componen la oferta.
Para que un material tenga éxito, no necesariamente debe ser el que posea el contenido más profundo. Por el contrario, al encontrarnos inmersos en una sociedad globalizada, en donde cada día nos vemos sometidos a más exigencias y con una escasez de tiempo importante, lo único que se pide, es poder llegar al hogar para disfrutar de un producto liviano, el cual no demande mucho que pensar.
Pero, no todo fue así desde siempre, lo que nos lleva a preguntarnos : ¿Cómo era la audiencia, antes del paso a la modernidad?
Peter Burke, definido por el diario LA NACIÓN (Argentina) como "uno de los historiadores más prolíficos y notables de la actualidad", ha dedicado algunos capítulos de su obra "de Guttemberg a Internet", junto a Assa Brigs, para hablar acerca de la mutación y/o evolución del público en cuestión.



De "pasivos" a críticos
Antes de la aparición de la imprenta, la cultura era predominantemente oral. La gente acudía a distintos lugares, pudiendo intercambiar información. La interacción cara a cara se hacía indispensable, siendo la única forma de comunicación.
Con la llegada de la imprenta, se dio el primer paso hacia esta transformación. En primera instancia, era un número reducido de personas, quienes podían acceder al "privilegio" de leer libros. Las publicaciones eran pocas y muchas veces, leídas una y otra vez por los lectores. Al poco tiempo, la producción de ejemplares había aumentado considerablemente. Gracias a la imprenta, se pudo "dejar una constancia" del conocimiento, el cual serviría para la orientación de generaciones posteriores. A su vez, se produjo el arribo de las bibliotecas.
Las bibliotecas, es decir, lugares destinados al almacenamiento de libros, comenzaron a verse "aproblemadas" con el arribo de numerosos ejemplares, ya que de la mano de esto, también se dio fruto a los catálgos. Estos buscaban poder clasificar los distintos tipos de libros, como habían tantos textos, los cuales no podrían haber sido leídos ni en toda una vida, la gente recurría a los catálogos para orientarse al momento de cuál libro leer y cual no.
Otro aporte realizado por la imprenta, apunta a la transformación de los medios de los modelos de comunicación: se dio cabida a una serie de publicaciones, que permitían informar acerca de hechos políticos y comerciales. Este fue un paso importante, ya que al mismo tiempo, y producto de la censura imperante en Europa, surgieron numerosas publicaciones clandestinas. Ellas, permitían difundir información diferente a la transmitida por los Estado-nación y así poder hacer críticas contra los regímenes imperante y crear una conciencia crítica entre los lectores.




Estragos y Prejuicios
La idea que se tenía producto del arribo de nuevos medios de comunicación, era que los nuevos desplazaría a los antiguos. Sin embargo, esto no tuvo lugar y ambos tipos de medios pudieron coexistir e interactuar. De este modo, la escritura siguió siendo importante en la era imprentera, así como también la radio y los libros, en la etapa televisiva. Cabe citar a Burke cuando señala: " Es preciso considerar los medios como un sistema en constante cambio, en el que diferentes elementos desempeñan papeles más o menos importantes".




Televisión: El "favorito" de las audiencias
El término televisión proviene del griego tele (distancia) y del latín visio (visión). Su auge se produjo en la década de los 50, siendo un elemento de entretención para las personas. Es uno de los medios más dinámicos, porque junto con Internet, logran fusionar, imágenes, sonidos y videos Al mismo tiempo, según establecía John B. Thompson (sociólogo), se podría decir que produjo un cambio de "mentalidad" entre las personas, ya que teniendo uno de estos aparatos, era prescindible el interactuar cara a cara. Mediante el televisor, puedes conocer distintas "realidades", sin la necesidad de moverte de las comodidades de tu hogar. Asimismo, se logra sacar conclusiones propias sobre lo que ocurre en otros puntos del planeta que divergen, en ocasiones, con lo que el estado o los medios nos quieren mostrar.
Es curioso que, pese a la gran cantidad de años que han pasado (remontándonos a 1450), nuestros entrevistados hayan hablado de manera similar a lo que apunta el material bibliográfico. Sin ir más lejos, y de acuerdo con las palabras de Valerio Fuenzalida, académico de la Pontificia Universidad Católica, señala que el público es el factor determinante que mueve a la industria creadora de productos mediáticos. Se puede decir que es un "círculo vicioso", donde entran en juego una serie de actores. En primer lugar, se encuentran los consumidores, luego y si el producto tiene una buena aceptación, los auspiciadores invertirán mayor dinero en publicidad, lo que beneficiará directamente a los dueños del material, generando ganancias.
Actualmente y finalizando este año 2007, la tendencia seguirá confirmando el "poder" de los consumidores. Sin lugar a dudas, no hay marcha atrás. Luego de años de estar "sometidos" a lo que se nos imponía, se han invertido los papeles a favor de las personas.

Telenovelas Chilenas



jueves, 29 de noviembre de 2007

La telenovela en Chile

Por Beatriz Stange

Hace 30 años, aproximadamente, se instaló en el living de nuestros hogares uno de los géneros ficcionarios más importantes dentro de la sociedad, la telenovela. Esta se convirtió en un tema obligatorio en los medios de comunicación y su influencia, dentro de los canales de televisión del país, fue en aumento. Pero, ¿qué es la telenovela?, ¿Cómo llega a Chile? ¿Ha evolucionado? Todo esto y más, aquí.


No es un misterio para nadie que la televisión es el medio de comunicación que más horas consume de los chilenos, tampoco resulta desconocida la competencia entre los canales chilenos por quién tiene el mejor estelar, el mejor noticiero y la mejor telenovela.
La telenovela es un programa de televisión producido originalmente en Latinoamérica. Su nacimiento se remonta a los años 50 en Cuba, desde donde se expandió con gran éxito al resto del continente. La telenovela se caracteriza por ser trasmitida en episodios diarios y consecutivos, habitualmente de lunes a viernes, narrando una historia ficticia de alto contenido melodramático. La duración de estas es de cien capítulos, aunque en algunos casos varía de acuerdo al éxito o fracaso alcanzado. Si bien es cierto, el térmico correcto para este género es “telenovela”, en la mayor parte de nuestro país se le llama “teleserie”. Acepción errada, ya que esta última es de 70 capítulos y en cada episodio se presenta un nuevo conflicto, pero se soluciona en el mismo.
Para algunos canales, las telenovelas representan un producto de exportación, en que los derechos de transmisión y los derechos de formato para su adaptación local son vendidos a otros países del mundo.


La telenovela en Chile
En el año 1965 TV-UC contrató a Helvio Soto para que dirigiera “El Socio”, producción independiente que dirigía Ricardo Miranda. Dos años después, en 1967, se realizó “La chica del Bastón”, la cual fue ovacionada durante meses por la prensa, gracias a la buena actuación de Anita Klesky y Leonardo Peruci, pareja protagonista. A estas dos producciones, se le sumaría “María José”, “La Colorina”, “Padre Gallo”, entre otras.


El Golpe
Tras el Golpe Militar de 1973, la televisión se calló y las producciones dramáticas pararon. Después de dos años, en 1975, se retomó la producción, pero con la condición de no tocar temas críticos. Gracias a esto, los telespectadores pudieron disfrutar de “Balmaceda”, “Los Días Jóvenes” y “La Sal del Desierto”, siento esta, la primera telenovela de época que recorría todo el periodo histórico entre la Guerra del Pacífico y la Guerra Civil de 1981.

Dramas de color
En 1978, llegó a nuestro país la televisión a color, lo cual significó un cambio sustancial para las producciones nacionales. Para comenzar, el costo que significaba la realización de una telenovela bajó considerablemente, haciendo posible el sueño de muchos directores: grabar con cámaras portátiles en exteriores, algo casi imposible por el peso de estas.
Las condiciones eran favorables para las telenovelas, por lo que Canal 13 se atrevió a dar un salto, llevando a la pantalla chica “La Madrasta”, la que obtuvo ratings históricos para la época, de 80 puntos, marcando así, la historia de las “telecebollas” chilenas. Además de ser la primera telenovela que se grabó a color, La Madrasta, produjo un quiebre bastante importante, ya que luego de esta, se comenzaron a grabar telenovelas de forma sistemática, afirmando con esto, las áreas dramáticas nacionales.
Paralelo a todo el fenómeno producido por La Madrasta, las telenovelas brasileñas se introducían con fuerza en nuestro país. TVN y Canal 13, decidieron comprar guiones y adaptarlos, fórmula que resultó bastante exitosa. Entre las novelas que destacan está: “Ángel Malo”,”Bellas y Audaces”, “Marrón Glacé”, “Rompecorazones” y “El Amor está de Moda”.


Telenovelas = Dinero
Otra telenovela que marcó un hito importante fue “La Torre Diez”. Además del gran número de audiencia y de convertir a Francisco Reyes en el galán de toda adolescente, “La Torre Diez” fue la primera telenovela en sacar un casete con la banda sonora. Lo mismo ocurrió con “Bellas y Audaces”, en 1988.

Canal 13 pierde la hegemonía
En 1992 la estación católica comenzó a perder la hegemonía que poseía. La primera caída fue con “El palo al gato” que perdió frente a “Trampas y Caretas”. Ante esto, Canal 13 puso al aire “Marrón Glacé”. Sin embargo, las sucesivas producciones de TVN ganaron en rating: “Ámame”, “Rompecorazón”, “Rojo y Miel” y “Estúpido Cupido”. En 1995 Canal 13 incorporó a su equipo de producción talentos jóvenes que, a pesar de los esfuerzos por escribir guiones nuevos y originales, no lograron cautivar al público.
Al pasar los años, las cosas se complicarían aún más para Canal 13, ya que en 1998 TVN arremetió con fuerza, consolidando su hegemonía con “Oro Verde”, “Sucupira”, “Iorana”, “La Fiera” y “Pampa Ilusión”.


Se declaró la guerra
Tanto Canal 13 como TVN siempre han disputado el cetro a la mejor telenovela, pero fue en 1993 cuando se declaró oficialmente la guerra. El diario “La Tercera”, publicó un artículo con el título “Arde guerra de teleseries”, haciendo alusión al estreno de “Jaque Mate” y “Marrón Glacé”, donde la vencedora fue esta última. La guerra se hizo más intensa a lo largo de las temporadas siguientes, ya que TVN comenzó con una racha ganadora, frente al su archirrival Cana 13. Entre 1997 y 1999, Megavisión se hizo presente en esta bullada guerra, pero el éxito no acompañaría al canal, quien dejara de producir novelas, tras bajas sintonías.

Actualmente, la guerra de telenovelas sigue siendo potente, pero la hegemonía no la tiene ni uno, ni otro canal. Las audiencias son más exigentes, por que las áreas dramáticas se ven obligadas a renovar y evolucionar favorablemente, ya que, aunque las telenovelas no son el único producto que venden, sí es uno de los más importantes.